La obra



El reloj marca la una del mediodía de un viernes cualquiera. Vemos a María, sentada con la revista “Hola”, pendiente de la llamada de su hija. A duras penas se desplaza con su taca-taca, se lamenta de su estado, se lamenta de la vida que lleva y recuerda con nostalgia el pasado junto a su marido difunto. A pesar de todo esto es un personaje con una energía desbordante, bastante “mala uva” y un sentido del humor ácido donde los haya. Nos presenta a una de tantas mujeres mayores impedidas que están solas y sienten que todo lo que han hecho por sus familias a lo largo de sus vidas, no es correspondido por los suyos.



El reloj sigue corriendo y a eso de las cuatro menos cuarto aparece Isabel. Es la doctora de un pueblo pequeño. Nos hace el recuento de un día cualquiera de su vida. Una auténtica locura, desde las seis de la mañana hasta la noche, sin descanso, 60 kilómetros de distancia entre su casa y el trabajo, dos hijos pequeños, un marido que trabaja muchísimo y viaja sin parar…….. En resumidas cuentas, un poder adquisitivo alto, pero un ritmo de vida que no le permite ser feliz ni disfrutar de la vida. “¿Esto era ser una mujer libre e independiente?”

Ahora le toca a Carola, inmigrante que trabaja como empleada de hogar. Son las cuatro de la tarde. Mientras plancha, cuenta que está separada y tiene una hija de cuatro años en su país, vive en una habitación de alquiler con una hermana y su novio, cuenta cómo la vida de su familia está llena de idas y venidas, de niños por todas partes, de mujeres abandonadas por los hombres… Todo esto en un universo donde la palabra “dinero” se repite hasta la saciedad. Con una historia durísima, Carola nos da una lección de optimismo, de alegría, de ternura, de ganas de vivir.

El reloj ya marca las seis menos cuarto de la tarde y Marta, profesora de educación infantil, irrumpe en el escenario con una ilusión terrible por pasar el fin de semana con su pareja. Después de contarnos algunas peripecias con los niños y niñas de su clase, recibe una llamada de teléfono de su pareja diciéndole que no puede pasar el fin de semana con ella. Se entabla una discusión por teléfono en la que nos damos cuenta de que su pareja es una mujer...





Los cambios de personaje a personaje se realizan a la vista del público, con música y coreografía.


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